El Romanticismo clásico de Mendelssohn, el Romanticismo neto de Schumann y el Clasicismo romántico de Mozart, juntos en un mismo programa. La obertura para el Ruy Blas de Victor Hugo fue compuesta por Félix Mendelssohn en 1839 para acompañar una representación benéfica de esta obra teatral de Hugo en Leipzig. Tres años después, en 1841, Robert Schumann escribió dos sinfonías, la número 1, subtitulada «Primavera» y la primera versión de su cuarta sinfonía que se estrenó, el 6 de diciembre precisamente en la misma ciudad de Leipzig. En la Fantasía Sinfónica, como se designó en un principio a la obra, el compositor quería que los movimientos se interpretasen sin interrupción pudiendo escuchar así la reaparición de los temas de manera encadenada y con una clara intención de configuración cíclica. Unos años después, en 1852, se estrenaría en Düsseldorf la versión definitiva de la sinfonía, ya con el número 4. Justo ese año, Schumann abordaría la composición de su Réquiem, para coro y orquesta, muy poco conocido y cuya inspiración, sin ninguna duda, proviene del famoso Réquiem en Re menor de Mozart, que falleció en 1791 antes de poder terminarlo y que acabó siendo un réquiem por sí mismo y por todo el siglo XVIII, que estaba a punto de concluir con la Revolución Francesa.