El “Romancero Gitano” de Federico García Lorca es una síntesis ejemplar de nuestro Romancero tradicional con la modernidad y la audacia expresivas que conducirían al poeta al surrealismo en su libro póstumo «Poeta en Nueva York». Nada en el «Romancero» resulta obsoleto, pese a la elección de una métrica que no era habitual en su generación y que podría resultar anacrónica si no estuviera un Federico en estado de gracia  cuando lo compuso. El libro apareció en 1928 en la editorial Revista de Occidente y obtuvo un clamoroso éxito de crítica y de ventas, reimprimiéndose muchas veces a uno y otro lado del Atlántico. Había en su trasfondo una suerte de apuesta por la marginalidad encarnada por la estirpe gitana dentro de una sociedad convencional  que acumulaba prejuicios en torno a ella. Lorca vio en los gitanos la posibilidad de ubicarlos en un ámbito tradicional como era el romance octosilábico español, tan cultivado a partir del siglo XV, fundiendo así dos mundos en una pieza lírica que se cuenta entre las más justamente célebres de nuestra literatura. Buñuel y Dalí criticaron la obra en nombre de la vanguardia estética que patrocinaban, y se equivocaron en sus críticas, pues el «Romancero Gitano» representaba los valores de esa vanguardia tanto o más que las producciones pictóricas del primer Dalí y los proyectos fílmicos del joven Buñuel.

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