“Canto divino y humano”

Conferencia por Carlos de Matesanz (Crítico musical. Director y presentador de programas de Radio Clásica)

El infrecuente «Lauda Sion» de Mendelssohn -compuesto en 1846 para la celebración en Lieja la celebración del 600 aniversario de la introducción de la Fiesta del Corpus Christi- será el pórtico perfecto para la Novena Sinfonía de Beethoven, cuya famosísima «Oda a la alegría» final también lleva coros que, en este caso, entonan un canto a la fraternidad humana debido a Friedrich Schiller. A diferencia de la obra de Mendelssohn, que fue escrita con bastante rapidez mientras el autor se hallaba en medio de la composición del oratorio «Elías», la Novena de Beethoven  tiene un largo período de gestación, desde los primeros bosquejos en 1812 hasta su finalización en 1824. En la última frase cantada por el coro, Beethoven invierte el texto de Schiller, dejándolo en «Hija del Elíseo, alegría, hermosa luz divina», cantando la frase en maestoso, dentro de la coda en prestissimo, como si quisiera dirigir a la humanidad de nuevo hacia Dios.